Siempre tengo diez, cien o mil
opciones,
o quizás ciento veinticinco y
media.
De todas escojo una,
dormitar televisión.
Mientras tu cabeza reposa en mi hombro
y saltas al profundo sueño,
viaje al que me arrastras con fuerza,
me enlazas al nudo de tu corazón
verde.