viernes, 11 de noviembre de 2016

DORMITAR TELEVISIÓN

Siempre tengo diez, cien o mil opciones,
o quizás ciento veinticinco y media.
De todas escojo una,
dormitar televisión.
Mientras tu cabeza reposa en mi hombro
y saltas al profundo sueño,
viaje al que me arrastras con fuerza,
me enlazas al nudo de tu corazón verde.

domingo, 23 de octubre de 2016

EL ESPEJO

Un halo de luz que se refracta
Una imagen que impacta más allá de la memoria
donde el olvido camina de la mano con la culpa
Un rostro que se refleja igual a nada.
la oreja izquierda a la derecha,
el ojo derecho a la izquierda,
la puerta del espejo al otro lado.
El reflejo oculto del engaño,
una mentira construida por la vida,
más no importa, un toque de cosméticos
para salir a la calle
como si el maquillaje pudiera ocultar
las sombras que el espejo descubrió.

sábado, 26 de marzo de 2016

UN BEAGLE PERDIDO

-¡Ese, ese es mi perrito! -Dijo la mujer mientras atravesaba despacio la 24 en el Park Way. Se llevó las manos a la cara y lloró de alegría, mientras Steve, el Beagle de seis años que habíamos encontrado la semana anterior, ladraba de felicidad al reconocer a sus amos.

            Era viernes y todo empezó para nosotros seis días atrás cuando regresé de comprar el pan un sábado en la mañana. Abrí el portón del edificio y me recibió un Beagle con cara triste. Me olfateo y batió la cola. “Caramba, se le salió uno de los perros a Connie”, pensé. En el segundo piso vive Connie, una veterinaria que hospeda perros en su casa los fines de semana. Subí apresurado con el Beagle, detrás de mí.

            -No, ese perrito no es de aquí –respondió la hermana de Connie. Perplejo timbré en cada uno de los apartamentos del edificio. “No, no es mío” “Tan bonito el perrito” “Ay, pobrecito”, Fueron algunos de los comentarios de los vecinos que me respondían mientras el Beagle asomaba la nariz por sus puertas entre abiertas.

            Así llegué a mi propio apartamento.
            -¿¡Ahora que hacemos!? –Exclamó Aydée, mi esposa, mientras le acariciaba la cabeza. “¿¡Quién diablos había dejado entrar al perro al edificio!? Seguramente algún borrachín que llegó a la madrugada”. Tomó agua, no quiso comer pan. Compramos concentrado y le dimos, pensamos que debía tener hambre. Ese sábado no pudimos hacer más, era un día lleno de actividades.

            ¿Pobre perro? ¿Cuántos días llevaría perdido? No parecía maltratado, era juicioso, educado y estaba gordito. Después de que olfateó todo el apartamento hasta el último rincón, de que comió y de la vuelta del mediodía, se acostó en la poltrona del cuarto y se fundió toda la tarde. Estaba cansado y, de alguna manera, el calor de nuestro apartamento y el cariño que le ofrecimos le dio tranquilidad.

            La mañana del domingo nos despertó en llamado angustioso de Vela, la prima de Aydée, que junto con Tatiana, mi cuñada, se habían quedado en el apartamento con nosotros después de la fiesta de cumpleaños donde Jorge, amigo del barrio.
            -¡El perro se está muriendo, le dio un ataque! -De un brinco salí del cuarto. Tatiana sujetaba al perro mientras este convulsionaba. El tema del Beagle perdido se agravaba, era epiléptico. Le dieron dos ataques más durante el día.

            Empapelamos el Park Way, Palermo y Galerías con avisos:


Llenamos en face con entradas buscando a sus dueños y lo compartimos en todos los grupos especiales: “Beagles extraviados y encontrados en Colombia”, “Animalitos perdidos en Bogotá, Colombia” “Animales perdidos”, “Perros perdidos en Bogotá”, “Mascotas del Park Way”, “Salva un amigo”, “Participación local para la protección de los animales – Teusaquillo”, “Barrio Galería, Sears, Amigos”, “Perros y gatos perdidos y encontrados en Bogotá”, “Park Way, Palermo y alrededores”. Durante casi una semana el face nuestro se movió alrededor del Beagle perdido y nuestro aviso fue compartido 150 veces.

Connie, nuestra vecina, nos ayudó con el problema de la epilepsia del perrito, consiguió en la clínica donde trabaja el formato para formularle el anticonvulsionante, medicamento que es restringido por Fondo Nacional de Estupefacientes. Con esa fórmula, recorrí tres droguerías de Colsubsidio, es la única entidad autorizada para venderlo, hasta que lo encontré en el de la 26. ¡No lo pude comprar! Increíble. El empleado que me atendió me explicó con toda su caraza de estúpido que no había sistema y había que cotejar la fórmula en el sistema, habían programado una jornada de mantenimiento durante el fin de semana. Pelee, reclamé, patalee, pero nada sirvió. Era el colmo que no hubiera protocolos para casos de urgencias.

Me acordé entonces de un familiar que toma este tipo de medicamentos. El de ella era distinto, pero después de constatar en el vademécum Connie dispuso la dosis adecuada y a las diez de la noche, por fin, pudimos darle las pastillas, mi familiar nos obsequió el medicamento suficiente mientras el martes, el lunes era festivo, podíamos comprar la fórmula. Así terminó el domingo más largo de este año. El Beagle no volvió a convulsionar.

El martes lo mandamos bañar, el jueves se le aplicó la pipeta antipulgas, estaba cundido, así, la semana fue transcurriendo entre especulaciones. “Eso fue que lo botaron a la calle”, “Claro, como estaba enfermo, se deshicieron de él”… No podíamos creer que un perro que estaba bien cuidado y que a todas luces se veía consentido hubiera sido tirado a la calle. Empezamos a tejer una teoría que nos gustó más: Milú, a estas alturas le habíamos puesto el nombre de la mascota de Tintín el comic de aventuras creado por Hergé, era la mascota de una viejita que se le perdió, es un gordo rechoncho porque la viejita no puede caminar mucho y debe sacarlo poco, ella no maneja Facebook y no tiene ni idea como buscar su perro perdido en Internet.

El viernes santo, luego de visitar a mis suegros, Milú conoció a sus abuelos putativos, salimos a darle su vuelta al Park Way, teníamos la preocupación de que íbamos a hacer con él. Por supuesto no lo íbamos a botar, Aydée ya había armado una estrategia de adopción, era claro que nosotros no lo podíamos tener por las dinámicas de nuestro trabajo, que significaba que el pobre perro estuviera encerrado todos los días, sólo, en el apartamento. Su condición de salud no permitía esto. Varios amigos habían ofrecido su apoyo, Carlos Mario nos ofreció financiar los exámenes médicos que permitieran diagnosticar el origen de sus convulsiones, Francisco, mi primo, ofreció ayudar con el concentrado, que seguramente debía ser formulado por su condición. A estas alturas el perrito también manifestaba problemas de riñón, seguramente a causa de los medicamentos.

Debo decir, que a pesar de la preocupación, nunca perdí la fe en que sus dueños aparecerían, era cuestión de tiempo y de seguir buscando, ya habíamos programado enviar correos a las clínicas veterinarias y visitar todos los parque de los barrios de los alrededores, pegando carteles. Fue, entonces, cuando una mujer atravesó la 24 y se acercó a nosotros, aparecieron sus dueños Luis y Magnolia, nos venían siguiendo desde Carulla, mirando al perro, hasta que ella decidió acercarse, e indagar si era o no su perro. Abrazos al perro, ladridos y aullidos de alegría, el Beagle pasó rápidamente de Milú a Steve, su verdadero nombre. Se había perdido desde el jueves, es decir, anduvo por la calle dos días antes de llegar a nuestro edificio. Nos mostraron las fotos de él en su casa, en su cama, con su cobija, con Tintín, su hermano perruno. “Tintín”, nos reímos con Aydée, la vida tiene unas conexiones muy extrañas. En cinco minutos se produjeron mil llamadas a celular, donde sus dueños contaban que Steve había aparecido.


Finalmente, Steve se subió feliz a su carro y se fue con sus amos de siempre. Abrazados con mi esposa los vimos alejarse, una sonrisa y una lágrima de satisfacción nos abrazaba el alma y un hueco de 150 mil pesos quedaba en el bolsillo.

lunes, 4 de enero de 2016

Lo bueno, lo malo y lo feo de Gustavo Petro

Se va Gustavo Petro del distrito de Bogotá y a pesar de no haber hecho una mala alcaldía, es claro que los medios de comunicación montaron en el imaginario de la clase media colombiana la idea de una pésima administración, me queda un extraño sin sabor, el alcalde progresista no fue lo que muchos esperábamos.

Ante todo, hay que señalar lo bueno: su programa de gobierno se cumplió, tratar de desconocer que hubo un alto porcentaje en la disminución de la discriminación y segregación, que se trabajó asiduamente para enfrentar el cambio climático y se fortaleció lo público en el distrito, es intentar tapar el sol con una mano. Claro, este tipo de obras no se ven, pero se pueden enunciar para hacerlas visibles: La tasa de homicidios se rebajó en un 40%, la más baja en 30 años; se inauguraron más de 15 jardines infantiles con horario nocturno para padres que trabajan o estudian en la noche; se buscó desestimular el uso del automóvil; se ampliaron los carriles exclusivos para el servicio público; se llevó el transmilenio a la carrera séptima, manteniendo las características existentes de la vía; en lo ambiental, se peatonizó la carrera séptima, se dieron al servicio las bicicletas del distrito con carriles exclusivos, hubo una reducción considerable de gases contaminantes; aumentó de manera importante el presupuesto para la educación básica; la protección animal fue la más notable hasta ahora, nunca se había tenido una política tan importante en este tema, se evitaron las corridas de toros, se acabó con los vehículos de tracción animal y se mejoraron las condiciones de zoonosis en la ciudad; se garantizó el mínimo vital de agua para los estratos bajos; hubo una política tarifaria favorable en horas valle para los pobres; se abrió el transmilenio por la calle 26 y por la carrera décima; se abrieron los CAMAD para atender a los drogadictos, que tuvieron un tratamiento de enfermos y no de criminales; se dignificó la labor de los recicladores y se creó un nuevo modelo de aseo, que le quitó el negocio de las vacas gordas a los emporios particulares; Canal Capital fue un modelo de televisión pública con programas de opinión y debate que no existían en la televisión colombiana; finalmente, se logró disminuir la pobreza, que pasó de un 11.9% a un 5,4%, es decir, se redujo a la mitad en tan solo cuatro años. Todos estos logros confirman que su plan de gobierno se cumplió.

Lo malo de Petro fue que no tuvo capacidad de diálogo, ni con los miembros de su propio gabinete, ni con sus concejales a quienes desconoció y dio la espalda, privilegiando  muchas veces a intereses de concejales  de otros grupos políticos, ni con los medios de comunicación que aprovecharon la oportunidad para irse lanza en ristre contra él. Su soberbia hizo que poco a poco se cerraran las puertas del diálogo y cada vez fuera presentado como un alcalde incompetente. El cambio continuo de su gabinete, el desacierto en el manejo de sus asesores de prensa, o quizás los oídos sordos a sus recomendaciones, y el afán presuntuoso por ejecutar las acciones administrativas sin las consultas y estudios necesarios, a pesar de los reparos de sus propios asesores, dieron al traste con la posibilidad de ver culminar su periodo con una buena imagen. Quizás, el mayor desacierto estuvo en el manejo de las basuras, no por lo que hizo, sino por la forma. En lugar de salir airoso del tema, generó el descontento en la ciudadanía, que de nuevo estuvo azuzada por los medios de comunicación y sus enemigos políticos. Así, también se podría hablar de la forma como manejó varios de los temas, el POT, la peatonización de la carrera Décima, el debate sobre la Avenida Longitudinal de Occidente, la famosa ALO, etc. Lo que Petro “hizo con las manos, lo borró con los oies” como se dice popularmente. Lo malo de Petro no estuvo en lo que hizo, sino en la manera como lo hizo.

Lo feo de Petro, y no de su administración, lo realmente grave, es que no fue coherente con su eslogan de “la Bogotá humana” ni con la política del amor que tan elocuentemente manifestó en su discurso de posesión. Más que su prepotencia, el verdadero problema de Gustavo Petro es su resentimiento social, su odio por la clase dirigente tradicional y por las clases económicas pudientes. Mientras que su discurso de papel planteaba una política de amor, sus acciones mostraron una política del odio, y en ese manejo se acercó al que quizás es uno de sus mayores detractores: Álvaro Uribe Vélez. Petro en la alcaldía fue un reyezuelo, como lo fue Uribe en su presidencia, un déspota, una extraño dictadorzuelo democrático, incapaz de escuchar, dueño de la verdad absoluta y con un afán de venganza sobre todos aquellos que se atreven a pensar diferente. Tan peligroso como un dictador de izquierda es un dictador de derecha, nada peor que Napoleón imponiendo la modernidad en Europa bajo el peso de su espada, o Stalín  imponiendo el socialismo en Europa Oriental bajo el peso de los tanques soviéticos.

En las elecciones de 2011 voté por Petro y el Movimiento Progresista, admiré la manera como fue capaz de levantar una izquierda caída por el desastre de Samuel Moreno, sin embargo, jamás me imaginé que él mismo la iba a enterrar después. Varias personas cercanas a Petro, de izquierda, que lo conocían, me había advertido la clase de persona que era, aunque se pensaba que había que votar por la izquierda, porque las políticas sociales planteadas eran las que necesitaba la ciudad, pero esa política impuesta de mala manera tampoco funciona, porque no hay nada más peligroso que una polarización montada en el odio, y eso es lo que estamos viviendo, unos odios marcados entre las diferentes formas de pensamiento. El verdadero reto de hoy está en la reconciliación y el perdón, todo sobre una base de diálogo sincero y honesto. Sigo siendo una persona cercana a la las políticas de inclusión, justicia y equidad social, que son de izquierda, mas no de esa izquierda recalcitrante que lucha contra un capitalismo demoníaco. Me parece que el mejor camino es el de la noviolencia, así como lo escribo, pegado, y la resistencia pacífica; su mejor argumento es la influencia sutil, no hay mejor derrota que hacerle ver al oponente sus injusticias, como decía Gandhi: En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle. Y de eso se trata, de comprender que hay un sistema que definitivamente, no solo excluye a más del 60% de los seres humanos, sino que excluye a la propia naturaleza, y no hay nada más perverso e injusto que eso.

Seguramente, Petro se lanzará a la presidencia en las próximas elecciones, si sus enemigos se lo permiten; esta vez no voy a votar por él, prefiero, hacerlo en blanco si no hay otra alternativa, por supuesto, el mío no es más que un simple voto, pero es un voto.