“Puedo decirme del amor (que tuve):
que no sea inmortal puesto que es llama,
pero sea infinito mientras dure...”
Vinicius de
Moraes
Entonces
cuando le pongo cuidado al conferencista, nunca lo hago, no me interesa lo que
hablan, ni les entiendo, aunque sé que dicen cosas importantes. La mayoría de
gente que viene a estas charlas son jóvenes, algunos mechudos, otros con
tatuajes y con pirsin, también viene gente grande, adulta, y hasta viejos. A
todos les gusta el cine. El conferencista les echa su carreta, que la película,
esto, que el director esto y luego la proyectan. Viejas las películas, dizque
clásicas. Yo nunca las había visto, bueno, los dos no es que hayamos ido mucho
a cine, algunas veces hemos visto de acción: puños, peleas, muertos. Usté
escoge unas tragedias, películas pa’ chillar. Y usté sale con esos ojos rojos y
yo me limpio sin que usté se dé cuenta, porque yo soy macho y no quiero que
usté me vea llorando por esas pendejadas, y hemos salido del cine y yo la
abrazo a usté, porque el amor de las parejas del cine me hace sentir como si
fuéramos nosotros, ahora se lo reconozco, antes no me atreví, usté y yo nos
amamos como en las películas, y yo la he amado a usté mucho, y ahora la amo
más.
Entonces
el conferencista dice que la película es del Brasil. El conferencista es
criollito, como nosotros, sólo que estudiao, se nota por la manera como habla y
lo que dice, que casi nunca se le entiende, o yo no le entiendo, pero la gente
que viene sí. Dice cosas muy raras. Claro que si le pongo atención, termino
entendiéndole, lo que pasa es que me desconcentro. Pero esta vez sí quiero oír
lo que dice y entender. Cuenta que la película es del 59, del año en que usté
nació. La película se llama Orfeo Negro,
aquí en el folleto dice, y es la historia de una pareja que se enamora con amor
de verdad. Ellos eran pobres y muy alegres, pobres como nosotros y alegres,
como usté, ellos bailan porque están en carnaval. Usté siempre baila a toda
hora, como si estuviera en carnaval, y siempre con esa alegría que me enamoró.
Las
casas y el barrio de la película se parecen a las de nuestro barrio. Se acuerda
que al principio era bien pobre nuestra casa. La armamos con palos y latas y
luego yo le ponía plásticos pa’ que no se entrara el agua, hasta que de a
poquito fuimos levantando una pared y otra, y todo el mundo hacía lo mismo en
el barrio. ¿Se acuerda? Entonces nos ayudábamos unos con otros entre todos los
vecinos, hasta que levantamos el barrio allá en esa montaña fría. El de la
película también es de montaña, pero allá hace calor.
En
la película, el galán es un negro atractivo, todas botan la baba por él y lo
persiguen, pero él se enamora de ella, como yo me enamoré de usté. Claro que en
el barrio yo no soy el galán, a mí ni me paran bolas, en cambio a usté todos la
miran y me toca ponerme serio pa’ que sepan que los dos somos pareja, porque
más de uno me la quiere quitar.
El
conferencista dice que el que escribió la película es un autor brasilero, que
también escribía canciones y poesía. En el folletico hay un poema, Soneto de fidelidad, así se llama, o sea
que este poema y la película son del mismo señor, un tal Vinicius.
Casi
no entiendo este poema, pero se que es de amor, de un amor como el de nosotros,
como el de la película, porque el negro y la negra se aman y quieren estar
juntos, pero algo lo impide.
Como
a nosotros, que se nos atravesó su enfermedad. Usté con esos dolores, y las
filas en el hospital pa’ que la atiendan. Y tiene que trabajar con ese dolor
que no se aguanta, y usté me protesta porque le digo que no vaya, y no me hace
caso, y lave ropa y planche y cocine y arréglele la casa
a esa gente encopetada, pa’ que le den plata y podamos comer. Yo con trabajo
unos días y otros no. Ahora es distinto, tengo este trabajo fijo de portero en
el centro cultural.
En
la película, a la mujer la persigue la muerte y él trata de defenderla, como a
usté, esa enfermedad persiguiéndola hasta que los dolores no la dejan trabajar
más. En el hospital una demora pa´ los remedios y cuando se los dan ya no
sirven, ya la enfermedad está muy avanzada. En la película, ella finalmente se
muere mientras la muerte la persigue, y yo veo la muerte de la película, que es
un hombre vestido de esqueleto, como si fuera la enfermedad que la persigue a
usté, hasta que la alcanza.
En la película el protagonista también se
muere y los dos quedan juntos. Yo he intentado morirme para estar juntos otra
vez, pero no he podido. Aunque siento que he estado muerto en vida. Pero no, mi
Candela, no puedo negarlo, mi amor no se ha apagado. Mientras volvemos a estar
juntos, le cambio la lápida vieja y fea por ésta que es más bonita y tiene el
final una frase suya, una que siempre repetía. El que hace las lápidas me dijo
que eso se dice “epitafio”. Ahora quiero que sepan que mi Candela sigue viva en
mi corazón, cada vez que alguien lea:
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